Duelitos que duelen

Hace poco escuché que el cantante Camilo marcó la diferencia entre: los «amigos cactus» y los «amigos bonsái», a los primeros los definió como aquellas personas que sin importar la distancia ni las situaciones que pasen entre dos amigos, el amigo cactus siempre estará ahí, esperando pacientemente hasta que el otro decida volver; mientras que a los amigos bonsái los definió como aquellos que constantemente necesitan de tu atención, si no los riegas lo suficiente, si no les hablas, si no les das la luz correcta… esa amistad se diluye, se pierde.

¿Un poco extremista, no creen? A esta altura todos sabemos que nada es blanco o negro, muchos hemos experimentado de los grises que existen en las relaciones interpersonales, incluso en la vida misma. Estas definiciones mencionadas me hicieron pensar en los tipos de amigos que una elije a los 30… sí, porque llega un momento de la vida en que comienzas a elegir a quienes te rodean, en la adolescencia y a los 20 casi que no tenemos esa opción o quizá no tenemos la madurez de elegir a qué tipo de personas queremos en nuestro entorno.

«Wow, ¡cuánto dramatismo!»… Ud. está en condiciones de pensar lo que más le convenga. A lo largo de estos 31 años he tenido la posibilidad de vivir en distintas partes del país, hice muchos amigos, con algunos mantengo el contacto y con otros no, pero lo importante es que cada uno me ayudó a transitar las distintas mudanzas, los cambios a los que me enfrenté, también forjaron mi personalidad y me enseñaron a ser una persona más empática y extrovertida.

De repente, me di cuenta que pasé mucho tiempo de mi vida siendo esa «amiga cactus» y… ¿quieren saber un secreto? … no es una buena posición. Desde mi punto de vista, más sano poder decir lo que sentís frente a esa amistad que se está yendo, poner en palabras lo que nos pasa debería ser un must en cada relación interpersonal. No quiere decir que hay que romper la amistad, simplemente saber que transitan momentos de la vida distintos donde probablemente no encajan

A mis 31 la vida me enfrentó a la pérdida de varias amistades junto a ese doloroso duelo, me di cuenta que casi siempre fui yo la que constantemente quería mantener esa relación, el interés estaba solo de este lado sin ser correspondido. Aprender y aceptar eso es lo que le da comienzo al duelo.

A mis 31 aprendo todos los días a cultivar las relaciones en las que soy correspondida, donde el interés es mutuo, donde muchas veces a pesar de la distancia el amor sigue intacto. Aprendo a decirles que me importan y a pedir disculpas cuando creo haber fallado. Aprendo a avanzar para cuidar mi energía y rodearme de gente que esté en la misma sintonía que yo.

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