La voz del Amor

 Desde pequeña me inculcaron la religión católica. Me enseñaron lo que a la mayoría, sobre Dios, la Trinidad, los Santos, etc, etc...  lo que nunca me enseñaron, era cómo crear una relación verdadera con Dios.

Hasta mis 15 o 16, estuve muy presente en las actividades de la Iglesia, hice un retiro (del cual siempre voy a estar agradecida), luego coordiné uno parecido y todo parecía "encaminarse", sentía que había algo muy fuerte pero no lograba ver qué o quién; incluso pensé en que mi vida le dedicaría a Dios (aquí nos ahorramos las risas).

Pero había algo que me hacía mucho ruido, la manera de vivir de los curas de mi alrededor, la manera de conducirse de aquellos que participaban conmigo, ojo que no soy la mejor persona del mundo y muy lejos de serlo estoy, es que me refiero a situaciones particulares, típicas de las hormonas de la pubertad. Todo eso no me llenaba, ése Dios del que me hablaban no me convencía... y empecé a dudar... empecé a cuestionarme porqué alguien tan bondadoso y perfecto podría rechazar o "tildar" de enfermos/as a las personas homosexuales, o porqué era "pecado" divorciarse, porqué era un GRAN PECADO iniciar tu vida sexual sin haberte casado, o tener muchos novios/as antes de casarte, incluso... ¿¡porqué había que casarse para formar una familia?!

Demasiados interrogantes para una niña que todavía jugaba con las barbies. Por suerte en mi familia nunca desestimaron mis preguntas y respondieron a todas. Así decidí que no quería creer en ése Dios que me habían enseñado, parecía que hasta respirar era pecado, fue un trabajo duro separar las cosas y más que nada el crecimiento propio. 

Hoy con casi 30 años y después de muchos interrogantes, de muchas dudas, de muchos enojos con Dios, de descreer un tiempo y volver a creer, de reírme incluso burlarme... un día inesperadamente se manifestó de lleno en mi vida. Me costó y me cuesta aún, dejarlo entrar y sobretodo dejar que se quede... aprendí que ése Dios del que tanto me habían hablado, no era así. Era muchísimo mejor, es más, era diferente. 

Despojado de todas esas interpretaciones que cada quien hace, erróneas que pueden llevar a muchísimas situaciones nocivas y peligrosas, todas esas guerras en su nombre... que nunca tuvieron sentido y de las que él nunca tuvo que ver.

Ahora, por fin tenemos una relación... y muchas veces sé que parezco loca, por que seguramente me verán hablando sola... pues no mi ciela, estamos charlando. Lo estoy haciendo partícipe de mi día a día, le agradezco cada despertar y cada impaciencia, me enojo, lloro, pregunto... y ¿saben qué?... obtengo respuestas, abrazos, sonrisas... compañía.

Aprendí a encontrar sus regalos de todos los días, aprendí a escucharlo, aprendí que las cosas no siempre son como quiero y aunque duela al principio, después viene algo mejor.

Amo creer en éste Dios que no juzga mis preferencias sexuales, no juzga mis amistades, me levanta y me sostiene cuando más bajo estoy, me contiene cuando por terca intento mil veces lo que no está escrito para mí... Amo creer en un Dios que ve la vida como yo, que me mima y me sorprende con algo nuevo todos los días, un Dios que cuando estoy a punto de no creer... me muestra que Él todo lo puede. 

Y aunque la gente de mi entorno no crea en Él, se acostumbraron que de a poco fui perdiendo la VERGÜENZA, si...porque aceptar el combo completo me daba vergüenza (otro pequeño gran trabajo que hago todos los días), de hablar fuerte y claro (ja) sobre él y su presencia en mi vida.


Dai💎

Comentarios

  1. Hermosa experiencia,ojalá le sirva a muchas personas y por lo menos se replanteen su Relación con Dios , SOS UNA BENDITA HIJA DE DIOS

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  2. Que hermoso todo lo que decís...
    He sido criada bajo la fe cristiana también. Mis padres pastores; y si, a veces sentía que hasta respirar era pecado. Deje de creer en todo, excepto en mi y en el amor de mis hijos. Pero admiro mucho a las personas que aún tienen la valentía de creer, y que pueden sentirse acompañadas por ese Dios que, mientras creí en él, me provocó más tristezas que momento lindos para recordar.

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